Perdón Familia Pomar. Una reflexión sobre el tratamiento mediático y social de la tragedia que vivió la familia

Perdón familia Pomar

Todo un país consternado por la desaparición de esta familia durante 24 días. De a poco nos fuimos sumergiendo en un clima enrarecido donde se habló desde mafia de los medicamentos hasta violencia familiar, pasando por abducciones marcianas. En una suerte de festival interminable de trascendidos, peritos y opinólogos todos seguíamos en vilo esta suerte de cambaleche casi con el mismo ahínco y el mismo sin ton ni son que nos despiertan los Fort, los Ale y los Alfano. La realidad y la ficción no tienen límites. Todo se trata con igual ligereza y con aire de certeza.

Tan creídos estábamos de la “vida oculta” de los Pomar, sobre todo del pobre hombre Fernando, que hasta le veíamos cierto aire diabólico en esa multidifundida foto sacando la mano para pagar el peaje.

¿Se trata de buscar culpables? Si, es lógico. Pero si lo primero que surge de la sociedad que no está involucrada directamente con el hecho (familia, autoridades, amigos) es ver primero quién tiene la culpa para ir con saña contra él vamos igual de mal. Vamos rápido y no medimos lo que está pasando. Los culpables, o más que nada las responsabilidades, que seguramente son muchas, claro está hay que buscarlas pero creo que primero, lo que nos debe salir del alma, es pedir perdón… Habría que pedirle perdón a toda la familia que estaba esperándolos por toda la sarta de cosas que tuvieron que soportar por lo que se veía en los medios mientras ellos vivían el calvario de la desaparición de sus seres queridos. Perdón al chico que quedó huérfano de madre, a la madre que esperaba a su hija en Pergamino, a los compañeritos del jardín de las nenas que las esperaban para la fiesta de fin de año y a tantos otros. Por los que no buscaron como el sentido común indicaría, por los que inventaron pistas falsas, por los medios que hasta pagaron a testigos truchos para dar cuenta de “pasos fugaces de los Pomar por aquí o por acullá”, por los que se regocijaron con el morbo, por los que fuimos “livianos” al informarnos o al opinar. Mi sensación es que al morir lo mejor debe ser irse con alguna buena imagen y ojalá que los Pomar se hayan podido ir en paz sabiendo que un accidente les cortó esta vida pero al menos sin tener que asistir al cambalache que se armó en torno a su desaparición.

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4 comentarios

  1. Hola, te cuento que no puedo dejar de horrorizarme por lo que sucedio. Tengo 2 hijas de seis y dos años, por lo que obviamente siento mucho miedo al pensar que la familia Pomar pudo haber sido mi familia.
    Mas alla de eso, no se si me horrorizo mas con la incomprensible pérdida de esta pobre gente con sus dos angelitos o con la putrefacta sociedad en la que estoy criando a mis hijas.

    Saludos
    Sebastian

  2. Alicia, no seré original: sólo quería decirte que coincido con cada una de tus palabras y, al igual que Pablo, en nuestra necesidad como sociedad de replantearnos la forma en la cual nos informamos.
    Mi más humilde (y utópico) deseo de que el sufrimiento de los integrantes de la familia haya sido nulo.
    Saludos

  3. Gracias Pablo….! no por nada estamos en sintonía. Sentí que algo tenía que decir porque a veces me abruma como tratamos los temas.

  4. Hola Alicia, que bueno que hayas hecho este post! Habla de tu sinceridad y tu autenticidad también! Coincido plenamente con vos en todo lo que decis. Mucho para reflexionar y aprender, entre otras cosas, a pedir perdón.

    Sds,

    Pablo

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